LITERALIA

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

viernes, 1 de abril de 2016

DERRAMABA TROZOS DE SALOON AMERICANO

 Entrar en un bar con piano no significa entrar en un piano-bar. Había ido decenas de veces y nunca lo había sido, pero ésta tarde sí lo era. En la atmósfera de ruidoso café del centro de la gran ciudad, el piano y su pianista se obstinaron en arrastrarnos al Chicago de los años veinte. En el tablero de mármol de la mesa que no me permití elegir parecía que las vetas me devolvían un mensaje sergiano: Todo lo que no sé expresar debe de ser "bohemio".

 El pianista, sin saberlo, insiste en darle la razón a la mesa, y entro al trapo. Él lleva puesta la carcasa de un maniquí de cera con el corazón en llamas, y dudo de si me gustaría ver cómo se derrite desde dentro y acaba abrasando a todo el barrio. Sus pausas entre pieza y pieza parecen cargadas de una nada aterradora y cuando vuelve a la carga parece remar en galeras. Toda la nave para él solo, sin nadie que le azote tan siquiera. Algo similar a un Cuando vuelvas a mi lado nos es derramado desde sus dedos a través de las teclas mientras inspecciona el local, como para comprobar que los clientes se encuentran en una dimensión diferente a la suya. Ignoro si habrá notado que intento descifrar qué se esconde tras el parapeto de su abundante pelaje. Al acabar uno de los temas se marcha hacia la barra discretamente y no le acompaña ni un aplauso, ni un tímido reconocimiento, excepto mi mirada entre admirada y contrariada por su apatía. Mientras nos abandona, un hilo musical anacrónico acude a agredirnos para defender la importancia de que el pianista siga tocando. Al rato vuelve el maniquí de cera a rescatarnos de los años noventa, pero yo me voy. Aún está por ver si, prosaicamente, mi cuerpo se levanta, pero desde luego que me voy de esto. Dejémoslo en la cresta de la ola antes de estropear la bohemia.

 Él intenta convertir la cafetería en un saloon del lejano oeste norteamericano mientras mi mente le desea para mí mismo buena suerte y le dejo sólo ante el peligro... y probablemente tan sólo por un puñado de dólares.


 Pero al final, desde la calle, le escucho pelearse contra Satie. Espero que gane Satie, sin saber bien qué significaría eso.

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